La embajada

Agentes de policía se dirigen al despacho del embajador, Luis Salinas, que es detenido por blanqueo, prevaricación y tráfico de influencias. La primera en testificar en el juicio es Claudia, su mujer, quien cuenta su experiencia en Tailandia.

Ester vive el infierno de una prisión tailandesa, aterrorizada ante una probable condena a cadena perpetua. Mientras, Luis y Claudia investigan lo sucedido la noche anterior con la sospecha de que la detención de su hija haya sido una trampa.

Claudia y Carlos analizan a fondo la documentación que les entregó el cónsul. Por su parte, Luis no puede mantenerse ajeno a la corrupción; el empresario que le prestó el dinero para salvar a Ester quiere cobrarse el favor.

El cónsul es acosado por Luis, vigilado por Eduardo y cuestionado por su mujer. El embajador pone las cartas sobre la mesa y se enfrenta a Eduardo a cara descubierta, pero este no está dispuesto a que su negocio se derrumbe.

Roberto quiere contratar a Ester como la abogada de su empresa. Carlos va al cuarto de Claudia, ella trata de correrlo pero él la besa.

Claudia trata de poner en claro su matrimonio después de los últimos acontecimientos, ahora que Luis regresa a Bangkok. Por su parte, Ester empieza a trabajar con Roberto, pese a las reticencias de las familias de ambos.

La misteriosa desaparición de Carlos coincide con la llegada a Bangkok de la nueva cónsul: Verónica, la antigua amante de Luis. Por otra parte, la relación entre Patricia y Eduardo empieza a hacer aguas.

Un mensaje cifrado en manos de Verónica hace que Luis ponga en marcha una investigación. Por su parte, Ester, que se derrumba al conocer que será juzgada en Tailandia, decide dejar el romance con Roberto.

Casi un millón de dólares obtenidos ilegalmente por el anterior embajador aparecen en el techo del dormitorio de la residencia. Junto al dinero, también hay unas grabaciones por las que desfilan todos los implicados en la trama criminal.

Después de que Luis haya averiguado el secreto de Claudia, la pareja se enfrenta a la verdad, sin dejar de colaborar para conseguir la liberación de Ester. Además, Romero está decidido a publicar las grabaciones del difunto embajador.

Ante el juez, Luis evita defenderse y mucho menos incriminar a Eduardo. Sabe que de su posible condena depende la puesta en libertad de Ester. Mientras tanto, Eduardo ya actúa como embajador en Bangkok y parece que todo le sale bien.